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Feminismo

La treintañera Diana López Valera, periodista y bloguera, acaba de publicar “No es país para coños”. Habrá quien se lleve las manos a la cabeza al escuchar la palabra “maldita”, pero lo cierto es que aquí, como sucede con algunos desnudos cinematográficos, la exigía el guión. El libro habla de feminismo. No de neofeminismo o feminazismo, sino de feminismo. La aparición de nuevos vocablos y otras tonterías han empañado el verdadero significado del concepto. Si volver las cosas del revés y querer convertir  el lenguaje en un esperpento,  no aporta nada a la equiparación de derechos, si parece imprescindible que se perciba que  queda mucho por hacer, en una sociedad que constitucionalmente se certifica como igual, pero que no funciona de tal manera. Mientras los políticos se llenan la boca con los compañeros y compañeras, periodistos y periodistas, lo importante sigue igual. El maltrato a las mujeres continúa siendo una realidad, la menor facilidad de  acceso al trabajo y la diferencia en los sueldos percibidos es un hecho e incluso parece que hay una vuelta hacia la sumisión por parte de las jóvenes sustentada en las nuevas tecnologías y en las redes sociales.  Por eso es imprescindible seguir siendo feminista. Eso no significa, como apunta la autora del citado libro, ni dejar de ser femenina, ni declararle la guerra a los hombres, ni atentar contra la familia tradicional.  Solo implica defender la igualdad. Saber que aún andamos en inferioridad de condiciones (y mucho menos aquí que en otros lugares del planeta) y concienciarnos de que son feministas todos los hombres y mujeres de bien, es decir, todas las personas que buscan la equiparación de derechos entre unos y otras.

La Razón

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