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TAXI/VTC

Publicado en La Gaceta de Salamanca

La guerra Taxi/VTC está sacando lo peor de nosotros mismos. No es solo que los taxistas exhiban una violencia que les aparte de sus clientes, cada vez más devotos de sus contrarios, por obra y gracia de una actitud tan incorrecta como para generar antipatías, es que además el conflicto está incomodando tanto a todo el mundo como para que las empatías previas desaparezcan. Más allá de que es cierto que la razón no está jamás en un solo lado, lo cierto es que este asunto de las grandes ciudades, se ve con ojos de marciano desde otros puntos de España; pero eso no implica que no esté presente en todas partes, Salamanca incluida. No revisaré los motivos de cada cual, ni lo que se hace bien o mal en cada parcela del sector en los distintos puntos de España, que eso le corresponde a los políticos y creo que deberían ser los nacionales los que tomaran las riendas del asunto para igualarlo o al menos ayudar a cada comunidad y ayuntamiento a decidir sin perjudicar al resto  -ya se sabe que si aquí dicen una cosa y allá otra, siempre hay alguien que se aferra al parlamento ajeno-. Pero sí me gustaría prestar atención a algo que delimita todas las cosas: el progreso. Verán, entiendo muchas de las reivindicaciones de los taxistas, pero otras tienen demasiado que ver con su anclaje en un pasado que murió. De aquí a nada, si los vaticinios científico-tecnológicos se cumplen, los coches circularán sin conductor. A los taxistas y a los conductores de las VTCs les saldrá un nuevo competidor: el ser invisible. ¿Y entonces qué? Es cierto, hay que regularlo todo y los legisladores están para eso, pero ni ellos ni nadie pueden ponerle puertas al campo ni en este asunto ni en otros igual de peliagudos. Cada vez que se produce un descubrimiento o un avance tecnológico singular nos echamos las manos a la cabeza. Lo desconocido aterra. En cualquier sector. Que nos lo digan a los periodistas, que aún andamos desquiciados tratando de encontrar nuestra parcela tras la aparición de las redes sociales y el mundo digital que nos acogota, nos rebaja los sueldos, minimiza nuestro trabajo y encima nos pone en el centro de la diana, para que cualquiera pueda tirar un dardo a nuestro trabajo. Estos días –ahora en Madrid- las reivindicaciones del taxi lo colapsan todo; pero ni su empecinamiento conseguirá parar lo que ya es parte de la realidad en la que vivimos: un mundo en el que según se avanza se van ofreciendo más posibilidades comerciales en cada sector. En el del taxi, la medicina, el periodismo… Si yo fuera taxista trataría de buscar la fórmula más moderna para competir con las VTCs; y a partir de ahí, reclamaría a las administraciones. Hacerlo desde el pasado es una vía muerta. Ahora o pasado mañana, pero lo es…

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