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Diario de una cuarentona embarazada (2008)

Quedarse embarazada a los cuarenta es, ya de por sí, una difícil decisión. Pero si, además, hay que sumarle las subidas y bajadas hormonales, cual montaña rusa emocional, un marido «adorable» que insiste en llamarte «gordita» cada día, un hijo adolescente propio más una hija ajena, un trabajo full time en el que hay que demostrar que la tripa no es incompatible con las neuronas y unas empleadas de hogar empeñadas en abandonarte cada mes, sobrellevar los nueve meses se convierte en una misión imposible.

En esta divertidísima novela, Marta Robles rompe moldes, los típicos y tópicos del embarazo, y nos demuestra, una vez más, que a una mujer, a los cuarenta, aún le queda mucha guerra que dar.

«10 de julio» Horror, horror y más horror, ¡me han empezado las náuseas! Rítmicas, constantes, diarias, ahí están ellas de día y de noche. No las recordaba… Es más, yo creo que de joven ni las padecí, ¿o sí? ¡Si es que no me acuerdo!, ¡si es que han pasado mil años desde entonces!, ¡si es que ya soy otra muchísimo mayor…!»

«Estoy atacada con lo de no encontrar a nadie para trabajar en casa, pero más aún con las discusiones constantes con Jaime. No sé qué nos pasa. Él dice que estoy muy sensible. Y yo creo que está usando lo del embarazo como habitualmente utiliza la regla. Lo de siempre: Los hombres piensan que las mujeres nos lo inventamos todo, que jamás nos pasa nada, que, en definitiva, todo se debe a nuestras menstruaciones o a nuestra falta de ellas, y ya está. Lo peor del caso es que me da por pensar que si estamos así ahora, qué va a ser de nosotros cuando nazca el bebé. Para empezar, ¿encontraré quien me lo cuide bien? Porque yo no quiero encerrarme a su lado y convertirme en una mamá de esas que sólo hablan de biberones y caquitas de bebé. Yo espero seguir pudiendo trabajar igual que ahora y que mi empresa siga valorándome lo mismo. Si no, ¡me muero!»

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