Fuente: Mademoiselle joue avec son revolver
Los perdedores sostienen el mundo, son» Sísifos» improvisados y solitarios, pequeños talismanes que libran al mundo de la perfección de aquellos a quienes nos empeñamos en señalar como héroes.
Al menos eso es lo que hace Roures, el detective protagonista de A menos de cinco centímetros, la dinámica novela de Marta Robles en la que las sombras acaban entregándose a la luz y la luz entregándose a las sombras.
Una novela de falsos culpables y certeros inocentes, en la que a ratos podemos reconocer la «entomología de carne útil» que nos llevará derechos al universo endogámico de Kingsley Amis.
Es también A menos de cinco centímetros una narración de denuncia feroz, de episodios que le arrancan la piel a quien los memoriza, y amalgamar la palabra guerra como muerte de la razón atravesando los siglos y sembrando de vicios y abusos el presente y el futuro de aquellos a quienes su lengua lamió o lamerá.
La historia de Marta Robles no es para estómagos intolerantes a la verdad, algunas de sus escenas provocarán úlceras en la memoria. Robles tira a matar y para ello construye a un personaje mínimo, un detective casi improvisado, pero muy eficaz que está en pleno crecimiento. Con el cinismo justo y la conciencia intranquila irá en busca de un asesino sofisticado de mano lenta y gustos fijos.
Hasta aquí todo en su lugar, pero como en casi todas las narraciones hay un pero aunque no insalvable. A ratos me ha resultado una narración, que a pesar de su tono concretísimo, necesitaba de muletillas y de lugares comunes que han acabado por robarle la frescura a la silueta del protagonista. Demasiada luz, cuando lo que se contaba era de una brutalidad espeluznante. Demasiada superficialidad en algunas páginas. Demasiados malos movimientos en personajes fundamentales. Nada que no se pueda olvidar y nada que no prometa que la segunda aventura del bueno de Roures, borrará los pequeños errores de sus primeros pasos.
A su favor, la labor de documentación de la autora, ya saben esa gran virtud de aprender para después desaprender y entregar solo lo imprescindible. Ahí, Marta Robles hace un trabajo impecable para mostrar de que categoría moral está hecho el mundo. Trata de blancas, la mujer como objeto sexual en las guerras, África y sus arbitrarias mutilaciones, la carne rebanada sobre la tierra como si la carne muerta pudiera alimentar al mundo. La autora no le teme a lo concreto y lucha en casi todas las páginas por la exactitud.
Confesaré que no era una novela que entrara en mi planes lectores, pero al final cuando se le da una oportunidad a un libro que no se espera leer, su lectura acaba por ser un acierto y un error a partes iguales, una suerte de equilibrio incómodo al que cuesta acostumbrarse, pero que acabará siendo un milagro que le escocerá por mucho tiempo a tu memoria.
A menos de cinco centímetros es uno de esos milagros, un cóctel que satisface tu sed, pero que también cuartea tus labios, una canción brillante cuyo estribillo no acaba de convencerte. Un camino poco apetecible a primera vista, que acabará por descubrirte un lugar remoto al que por otros medios te hubiera sido imposible acceder.
Los libros que nos cambian el oxigeno por contradicciones merecen el mayor de los respetos, y deben ser de lectura obligatoria, a pesar de sus pros y sus contras, a pesar de ese «inaceptable homenaje» que la autora hará a un contemporáneo para mí impresentable como escritor y como contemporáneo y del que no daré su nombre y no por cobardía sino para que suponga un acicate más para quienes decidan leer esta novela reveladora y brava, en la que no deben dejarse engañar por la portada, porque sexo hay, y sí, hay demasiado, pero el sexo no es más que el espejo sobre el que descansan ya muchos siglos, incluido el XXI y de cuyas imágenes abominaría el mismísimo Valle-Inclán.
Roures dará mucho que hablar porque después de esta aventura de adineradas adulteras, que yacerán muertas como yació la cabeza de El Bautista por expreso capricho de Salomé, reconducida hasta una casi distopía, ya conoce el camino y hará bueno ese fabuloso verso de Cernuda que dice: «Si te separas de mí que sea para traicionarme»
Así que leed, leed, benditas/os.
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Un millón de gracias, Marta, por colgar mi reseña. Ya sabes que sigo atenta a los próximos movimientos de Roures
Un abrazo