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Reseña de «A menos de cinco centímetros» por Ulises Bertolo

La imagen puede contener: una o varias personasFuente: Ulises Bertolo

“Hay un día en el que, de pronto, se pasa de estar seguro de todo a no estar seguro de nada. Esa es la verdadera barrera entre la juventud y la madurez”.

“Los hombres nos olvidamos de las mujeres incluso cuando nos empeñamos en recordarlas…”

Lo primero que me llamó la atención de «A menos de cinco centímetros» (Espasa) fue la incursión de Marta Robles en el género de la novela negra. Para alguien que no conozca su trayectoria literaria podría pensar que se trata del paso natural de una conocida periodista y comunicadora al mundo de las letras, pero en realidad, es todo lo contrario. Marta Robles quiso ser escritora antes que periodista y eligió el periodismo como el camino para conseguirlo. Son muchos los títulos publicados por Marta Robles desde principios de los noventa que le han otorgado un espacio propio en el mundo literario, pero tras la lectura de «A menos de cinco centímetros», me atrevería a decir que ha dado el salto a lo «noir» para quedarse, como una opción que la autora escoge alejada de modas o tendencias, fruto de la necesidad de denunciar lo que está pasando en nuestro entorno, de la hipocresía social y los entresijos del mundo de los medios de comunicación. Pero la verdadera habilidad de Marta Robles es hacer esa crítica de una manera implícita, subyacente, que aflora con naturalidad en el tránsito de una trama que atrapa incondicionalmente hasta el final de sus páginas.

“Ese olor… ¿son violetas? Nunca había conocido a nadie que llevara el perfume a juego con el color de los ojos”

La historia se teje sobre los elementos clásicos de la novela negra, con Tony Roures, detective con un traumático pasado como corresponsal de guerra, Misia Rodríguez de Rothman, una «femme fatale» cuyo perfume se puede oler con tan solo mirar sus ojos y que, como el propio Tony, convive con los demonios de su pasado, y Armando Artigas, uno de los escritores de más éxito del momento, cuya personalidad nos ofrece la autora de una manera menos exhaustiva que la de Tony y Misia, pero con igual potencia.

«A menos de cinco centímetros» responde perfectamente a la categoría de novela negra. Está escrita en clave cinematográfica, con tal habilidad, que las palabras parecen emitir radiaciones en forma de imagen. La novela mantiene el ritmo en todo momento y se deja leer de un tirón, que es una de las mejores cosas que se puede decir de una novela negra. Otro fuerte es la frescura de los diálogos, propios de personas de carne y hueso, donde las mujeres hablan como tales y los hombres también. Me han gustado las referencias a grandes obras y autores de la literatura (el capítulo 21 se titula “Muerte en Venecia”), de la pintura (Artigas explica en la novela su pasión por la pintura geométrica) y de la música (Tony es un gran melómano con una colección de cientos de vinilos), elementos sobre los que basculan los personajes y que me recuerdan a la magistral novela “La elegancia del erizo” de Muriel Barbery.

El pasado y los traumas personales de los personajes se van revelando con el devenir de las hojas, como en el caso de Tony, que nos transporta al horror de la guerra, con episodios tan violentos y terribles como los asesinatos múltiples, violaciones, torturas y mutilaciones de la guerra de Sierra Leona y de Ruanda. Él mismo sufre la crudeza de la guerra en la piel de un ser querido. De Misia, hay una escena con gran carga irónica que nos sugiere que tras una vida aparentemente perfecta, se esconde una superviviente de los acontecimientos de su propia vida: es el momento en que se presenta ante la sociedad madrileña de la mano de su marido, Carlos Rothman, y escucha como unas señoras “bien” chismorrean a su paso:
“¿Esa qué es, puta de verdad o puta como nosotras?”

El juego de seducción que pone en marcha Artigas con Misia es otro de los platos fuertes de la novela, un invisible hilo conductor que cose la historia con potentes escenas de sexo que resultan de lo más pertinente; de hecho, la relación entre ellos es esencialmente sexual.

“El amor no existe más que en momentos limitados…Pretender compromisos entre dos almas tan diferentes como las del hombre y la mujer no tiene sentido. Limitémonos a hacer el amor y a no pedirlo, ni a declararlo”.

A pesar de la gran variedad de escenarios en los que se sustenta la historia, no sobra nada ni nadie, y personajes como Carlos Rotham, el multimillonario marido de Misia, Katia Kohen, judía con una causa en defensa de su pueblo, Isabel, la ex colega corresponsal de guerra de Tony, o Alfonso Benítez, el secretario personal y contrapunto de Artigas, sirven también para que tras la historia que culmina con un final a la altura, emerja una descarnada denuncia sobre las miserias que impregnan la naturaleza humana.

“El tamaño de los errores y vilezas escondidas no tenía tanto que ver con la calidades humanas, como con las situaciones puntuales. Ponerse a prueba y descubrirse miserias solía ser todo uno”.
Una gran novela.

Definitivamente, Marta Robles ha llegado a este género para quedarse.

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