Publicado en La Razón
Desde el pasado 27 de abril, día en el que desaparecieron Anna y Olivia, las dos preciosas hijas de Beatriz Zimmerman se convirtieron en parte de nuestras vidas. Contemplábamos los vídeos que enviaba la madre de las pequeñas y nos negábamos a aceptar que su padre, Tomás Gimeno, que parecía un hombre normal, de carácter fuerte y con marcas de una separación nunca aceptada, pero normal, pudiera ser ese monstruo que se oculta en el interior de tantos seres humanos, aparentemente «normales». …seguir leyendo
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