Para que nadie me acuse de frívola –que nada me divierte más que serlo de vez en cuando, aunque por mi mentalidad judeocristiana me cuesta un enorme trabajo- he decido por una vez, olvidarme de la ropa, los zapatos, y los perfumes y recomendar libros. (¿Un libro?, decía el del chiste, ¿para qué me vas a regalar un libro si ya tengo uno?)

Pues hay que leer, porque además de ser la mejor manera de gozar de una manera desmedida y nada pecaminosa aunque se lea el pasaje más erótico, los libros están de moda. Pero no sólo los de autoayuda, los políticos o la famosa chiclit –esa divertida literatura para chicas, tipo el Diario de Bridget Jones o Sexo en Nueva York, en el que las chicas más o menos glamourosas destapan todas sus angustias y maravillas en clave femenina- ,también están de moda los ensayos e incluso las novelas, sean de aventuras o reflexivas, contenidas o desbordadas.

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